Gonzalo no es solo un guía, es un anfitrión de esos que saben abrirte las puertas de la tierra, del vino y de las historias que habitan en la costa chilena. Su paseo comienza en los viñedos del Valle de Casablanca, un rincón donde el paisaje, la luz y el aroma de las parras te envuelven de inmediato, y termina en las calles coloridas y siempre sorprendentes de Valparaíso, bajo la magia dorada de un atardecer que, como fotógrafo, es simplemente un regalo.

Lo que más me sorprendió fue la naturalidad con la que todo fluye durante el paseo. No hay relojes marcando el paso, ni agendas que apuren la mirada. Todo se vive como si salieras a explorar con un amigo de toda la vida, ese amigo que conoce cada anécdota y cada rincón de esa zona.